Numerosos arqueólogos distinguidos, entre los que se cuentan J. Walter Graham y Theodore Wiegand, coinciden en señalar que la arquitectura solar constituía un afán primordial de los constructores griegos clásicos.
En muchas zonas de Grecia el uso de la energía solar como ayuda al calentamiento de la casa constituyó una respuesta positiva a la escasez energética. Los griegos aprendieron a construir sus casas para beneficiarse de los rayos solares en los moderadamente fríos inviernos y evitar el calor del sol en los cálidos veranos. De esta forma, son los estudiosos griegos quienes se encargan de difundir estas ideas. Filósofos, autores trágicos, médicos, se expresan en términos semejantes haciendo referencia a la arquitectura solar de la época.
Así, para Sócrates, la casa ideal debería ser fresca en verano y cálida en invierno. Sus ideas quedan expresadas en las palabras de Jenofonte que cita cómo Sócrates explicaba el sistema de la casa en estos términos: “En las casas orientadas al sur, el sol penetra por el pórtico en invierno, mientras que en verano, el arco solar descrito se eleva sobre nuestras cabezas y por encima del tejado, de manera que hay sombra.”
También cuenta a través de las palabras de Isómaco, personaje de un diálogo socrático, que las técnicas griegas de arquitectura solar resultaban de gran efectividad. Isómaco condujo a la desposada a su hogar orientado solarmente y “le mostró… habitaciones para la familia que son frescas en verano y templadas en invierno”. Y dijo a Sócrates: “Toda la casa da al sur, de manera que está… soleada en invierno y sombreada en verano.”
El carácter saludable del sol también es señalado en las palabras de Teofrasto, naturalista de la época que comentaba la creencia del ciudadano según la cual “ El sol proporciona el calor necesario al mantenimiento de la vida de los animales y las plantas. Probablemente también suministra su calor a las llamas terrenales. Sin lugar a dudas mucha gente cree estar capturando los rayos del sol cuando alumbra su fuego.”
Y de igual forma, Oribasio, antigua autoridad médica, escribía que los lugares de orientación meridional eran saludables por su exposición al sol; como también señalaba que los orientados al norte eran los menos saludables, porque “no reciben mucho sol, y cuando ello es así la luz cae oblicuamente, sin demasiada vitalidad”.
En relación a la estructuración del espacio, Aristóteles comenta la estructura de las casas explicando cómo las habitaciones principales no solo eran calentadas por los rayos del sol procedentes del pórtico principal sino que, además, estaban resguardadas del norte para evitar los vientos fríos.
Todos estos argumentos nos permiten entender cómo los grandes hombres de Grecia consideraban fundamental el conocimiento de las características y necesidades de la arquitectura, sus bondades en relación al clima y en general al medio. Y cómo lo difundían en sus escritos creando una doctrina del saber medioambiental de la arquitectura basada principalmente en los principios solares, bajo los cuales también se llegaron a trazar ciudades.